22 Sep 2017

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El mito de la edad del pavo y la adolescencia como negativa

Existen mitos que se dicen acerca de la etapa adolescente: escuchamos “déjalo, está en la edad del pavo… todo es culpa de las hormonas, ya se le pasara, es un inmaduro…”.
La visión que se transmite es de una etapa inevitable y terrible, que tenemos que pasar si o si, pero que no aporta nada, es una visión negativa.
Autores hablan de que es  todo lo contrario: la adolescencia no solo tiene características que la hacen una etapa rica porque adquirimos nuevas capacidades, (que muchos adultos a veces se olvidan de ellas cayendo en las rutinas y perdiendo esas cualidades positivas), sino que es tan importante lo que pasa en esa etapa, que podemos reforzarla y potenciarla, ya que  como dice un autor, Daniel Siegel: “ como gobernemos los años de la adolescencia tendrá un impacto directo en como viviremos el resto de nuestra vida”. Esto nos interpela como adultos, padres de nuestros hijos, de que manera podemos ayudarles.
QUE SE GANA EN ESTA ETAPA QUE NOS PUEDE ACOMPAÑAR TODA LA VIDA.
Centrémonos primeros en que cualidades se ganan en esta etapa de la adolescencia:
•    Es una etapa de búsqueda de novedades, nos llama a probar cosas nuevas y experimentar la vida plenamente.
•    Es una etapa donde el peso de los pares, de nuestros amigos y la implicación social cobra interés, permitiéndonos salir del mundo familiar que nos hace sentir seguros, de cuando éramos niños…
•    Aumenta la intensidad emocional… ¿todo duele más, no?
•    La experimentación creativa, nos lleva a rechazar lo establecido, y crear nuevas formas de estar en el mundo…el pensamiento abstracto, nuevas perspectivas surgen que nos permiten mirarnos a nosotros mismos y al mundo, cuestionarnos quien soy, hacia donde quiero ir…
¿CUALES SON LOS RIESGOS EN ESTA ETAPA?
Es verdad que estas cualidades tienen una cara extrema que son los que asustan a los adultos, muchas veces con razón porque llevan al adolescente a conductas que le ponen en peligro a si mismos o a terceros.
La generación de mayor dopamina en nuestro cerebro en esta etapa lleva a la búsqueda de gratificación, el valorar solo lo positivo de las situaciones no viendo la totalidad de las consecuencias posibles. Hay tendencia a la acción y a la impulsividad.
La otra cara de la conexión con los pares puede ser la desconexión con los adultos (tenemos en cuenta que esto es mutuo, porque esta etapa también interpela a los adultos y les cuestiona su propia vida, al confrontarse por ejemplo con el: ¿qué he hecho con mi espontaneidad y mi creatividad?
La sensación de dos mundos que no logran conectarse, y la angustia que le produce a ambos: los adolescentes al no sentirse entendidos, los padres al no saber cómo comunicar; el problema de la puesta de límites…
El aumento de las emociones nos hace sentirnos vivos, pero a veces “en carne viva”, y lleva a cambios de humor, de un momento a otro, a la reactividad…a veces nuestras emociones pueden ser como un tsunami que nos invade, y puede hacernos sentir confundidos a nivel mental.
En fin, por lo visto no es fácil, ¿pero que etapa de la vida lo es?
Podemos entender que en ese momento la mente del adolescente es “una zona en obras”, una etapa de reconstrucción y de integración a nivel neuronal. Son muchos los cambios que se producen en el cerebro: la poda neuronal (los circuitos neuronales que no son usados se podan, siendo real que, si por ejemplo no hemos aprendido un idioma, o a tocar un instrumento, hasta esa época será más difícil y costoso intentarlo de adultos).  Por otro lado, se están mielinizando los circuitos neuronales lo que implica que la información fluye más rápido y de manera sincronizada.
Se está en camino del control de la impulsividad, así como del pensamiento esencial que tiende a valorar hechos y contexto que nos lleva a tomar decisiones, pensando en los efectos o consecuencias de las mismas.
Si no hubiese tendencia a probar cosas nuevas, si el pensamiento abstracto no se pusiese en marcha, si no nos opusiésemos a nuestros padres, nos quedaríamos en casa, como niños pequeños… estas actitudes, el lugar que pasan a ocupar los amigos, los nuevos ideales, la  crítica social llevan a entrar en el mundo, en lo desconocido y peligroso, pero nos permite distanciarnos de los adultos para ver quién soy y hacia donde quiero ir…
Si hablamos del peso de los amigos, la intensidad de las emociones, el inicio de los acercamientos sexuales (ante en desarrollo sexual), y el amor y el desengaño (la búsqueda de la identidad sexual como parte de esa búsqueda), cuanto hay por experimentar y vivir.
PROBLEMATICAS A LA ORDEN DEL DIA:
Dos son las problemáticas que quiero destacar como temas de consulta de esta época que estamos viviendo.
Las situaciones de acoso y bullying tanto “cara a cara” como a través de las redes sociales que sufren los chavales por parte de otros adultos, y del grupo de pares.
La otra problemática:  el inicio de las primeras relaciones de pareja, donde valores machistas están a la orden del día, y en nombre del amor se ocultan situaciones de maltrato psicológico, control, estrategias de aislamiento en chicas jóvenes por parte de sus novios.
Ambas situaciones tienen consecuencias negativas en los afectados, minando la autoestima, y teniendo en cuenta que estamos en una fase de construcción de la identidad, haciéndonos sentir sumamente vulnerables e incomprendidos.
LA TERAPIA PSICOLOGICA:
Si estas pasando una situación así, si eres un padre que te has sentido identificado porque sientes que tu hijo está pasando la peor etapa y no puedes con ella te sugiero que hagas una consulta a un profesional de la psicología.
Creo que uno de los desafíos a nivel terapéutico, es como con todo paciente que consulta, es la escucha, el respeto hacia el mismo, la potenciación de sus capacidades (el trabajo se centrara en las herramientas que traiga, en su mismo lenguaje potenciándolas, más que centrarnos en lo negativo, y el poder pensar juntos estimulando la parte frontal de su cerebro.

10 Sep 2016

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La importancia de los vínculos que establecemos desde la infancia

En algún post anterior escribí acerca de lo que necesita un niño para crecer sanamente. Allí introduje el concepto de la figura de apego: un adulto disponible para el niñ@  (cualquier adulto puede cumplir esa función, no tiene por qué ser los padres biológicos) que sea estable en el vínculo, generando seguridad y tranquilidad para aprender y relacionarse con el mundo que le rodea, que le permita al niñ@ alejarse un poco de él, para explorar, pero volver y encontrarlo dispuesto.

Fue Bowlby el que introdujo este concepto definiéndolo de la siguiente manera: “la conducta de apego es cualquier forma de conducta que tiene como resultado el logro o la conservación de la proximidad con otro individuo claramente identificado al que se considera mejor capacitado para enfrentarse al mundo. Esto resulta obvio cada vez que la persona es asustada, fatigada, o enferma, se siente aliviada en los consuelos y cuidados… Saber que la figura de apego es accesible y sensible le da a la persona un fuerte y penetrante sentimiento de seguridad, y la alienta a valorar y continuar la relación…. La función biológica que se le atribuye es la de protección.”

Esta función incluye la de regular las emociones del recién nacido, ya que no nacemos con esa capacidad. Necesitamos de un otro que interprete nuestro llanto, entone afectivamente calmándonos (pero no asustándonos, por ejemplo, y menos ignorándonos o restándole importancia). Otro autor, Fonagy (1999) expresa al respecto: “en estados de activación incontrolable, el infante irá a buscar la proximidad física con el cuidador  con la esperanza de ser calmado”.

Para ello el adulto que cumpla esa función debe estar “en sintonía con el niñ@”, conectado al niño para poder entender que necesita y satisfacer sus necesidades afectivas, de cuidado y calmarlo.

El otro día en sesión, una madre que ha tenido dificultades con sus hijos en la crianza, me decía que le gustaría saber “que ha hecho mal” como madre, señalando una serie de acciones que ella consideraba importante como parte de la crianza.

Lo primero que se vino a mi cabeza fue su propia historia, y sus propios vínculos de apego, los cuales no habían sido satisfactorios. Tiendo a pensar que “lo hizo de la mejor manera posible”, teniendo en cuenta lo que ella había vivido, y como estos patrones de apego, manera de estar con los otros, son guiones que llevamos con nosotros.

Estos guiones comienzan a formarse en los primeros meses de vida y se enriquecen, remodelan a lo largo del ciclo vital. Las primeras experiencias de apego de un individuo preparan el camino para todas las relaciones futuras. A lo largo de toda nuestra vida establecemos relaciones de apego, no sólo cuando somos niños, por ejemplo con nuestras parejas, las relaciones de intimidad también son de apego. Nos acompañan como modos de “estar con” los otros, forman parte de nuestra memoria procedimental, es decir, que no son conscientes. Siempre pongo el ejemplo que una persona, ante alguien a quien conoce o es su amiga, puede con el cuerpo al saludar señalar cierta distancia, más frialdad en el vínculo y no ser consciente de ello, es algo que le sale espontáneamente. Que sean automáticos, no significan que sean inamovibles, pueden cambiar con experiencias distintas o con trabajos de autoconocimiento, como el terapéutico.

24 Abr 2016

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¿Por qué es importante el autoconocimiento y bucear en el interior de nuestra mente? «MINDSIGHT»
Para poder describir el porque de la importancia de autoconocerse, y de iniciar un proceso terapéutico, tomaremos el concepto de MINDSIGHT  traído por Daniel Siegel siendo su traducción : VISION DE LA MENTE.  Consiste en centrar la atención en la propia mente para observar su funcionamiento interno.

 –         Permite que seamos conscientes de nuestro procesos mentales sin vernos arrastrados por ellos.

–         librarnos del automatismo de conductas arraigadas y de respuestas rutinarias (esquemas de relación que repetimos en base a nuestra historia pasada).

–         Permite que rompamos con ciclos reactivos en los que tendemos a quedar atrapados (por ejemplo en el descontrol de la ira).

–         nos permite nombrar y dominar nuestras emociones en lugar de vernos abrumadas por ellas.

Veamos por ejemplo, la diferencia entre decir “estoy triste” a “me siento triste”: la primera es una especie de definición personal y es limitante. El “me siento triste” implica la capacidad de reconocer y admitir una sensación sin que ella nos consuma.

-La capacidad de concentración nos permite ver que hay en nuestro interior, aceptarlo y al hacerlo soltarlo para poder transformarlo. A veces estamos abrumados por las rutinas con falta de tiempo y no reparamos en ello, sólo sentimos el malestar. Muchas veces también puede ser una manera de “no querer enterarnos de lo que nos pasa”.

-nos permite cambiar y reencauzar nuestras experiencias interiores con más libertad de elección en nuestros actos cotidianos y más poder para crear el futuro y convertirnos en autores de nuestra propia historia.

Son nuestros padres u otros cuidadores los que nos ofrecen las primeras lecciones de natación en ese mar interior. Si hemos tenido relaciones afectuosas tendremos las bases para poder auto observarnos: conocer nuestro interior, contactar con él y también sintonizar con los otros por medio de la empatía.

Cuando los adultos están en sintonía con los niños, cuando le reflejan una imagen de su mundo interior, el niño puede sentir su propia mente con claridad. Pero si los padres se muestran indiferentes o distantes, o sus respuestas son confusas, su falta de sintonía con el niño significa que no pueden reflejarle una imagen precisa de su mundo interior. Así la lente de su auto observación puede enturbiarse o deformarse viendo sólo una parte de ella, o esa lente puede ser frágil, y vulnerable al estrés o las emociones intensas. Por ejemplo: un niño que no puede expresar  la rabia que le producen que le maltraten y debe guardarse esa parte para no estar en peligro frente a sus padres. Un ejemplo de lo segundo sería un niño que si bien se le permite expresar sus emociones, cuando lo hace el adulto no le calma sino mas bien se asusta y le asusta, sintiéndose desbordado por las emociones como puede ser el miedo.

Si no hemos tenido experiencias positivas, se puede aprender con la ayuda de otro, teniendo un nuevo vínculo reparador como puede ser con la figura del terapeuta.

El resultado será gozar de salud mental, y nos daremos cuenta de ellos porque:

-seremos más flexibles y nos sentirse libres: lo contrario de una vida rígida, estancada o gris; en el otro extremo una vida caótica, impulsiva e impredecible.

-tendremos la sensación de vitalidad y de bienestar; sin esta integración podemos acabar presos de rutinas conductuales como ser  la ansiedad, depresión, respuestas rígidas, obsesivas entre otras.

Os alentamos a iniciar un proceso terapéutico para autodescubrirse de la mano de otro. A veces estos procesos pueden ser muy dolorosos y es el vínculo con un otro lo que nos ayuda a realizarlo de manera satisfactoria.