BY: Marcela Lockett
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En este post hablaremos de porque nos resulta difícil superar las pérdidas y duelos y de la necesidad de dar espacio a nuestras emociones y sentimientos. De la necesidad de búsqueda de apoyo de un psicólogo si vemos que el proceso de duelo se estanca.
Muchas veces ante las pérdidas, las personas más cercanas suelen darnos consejos con la mejor intención “pasa página, déjalo atrás, sigue tu camino”. Si lo hiciésemos rápidamente, si nos sobreadaptáramos a la situación acontecida, como si no hubiese ocurrido, estaríamos negando el tiempo de duelo necesario para poder “dejar atrás” de manera saludable.
Mucho se ha escrito sobre el duelo y sus fases, aquí destacaremos que es un proceso que necesita un tiempo cronológico y mental necesario para retirar la carga emocional y libidinal del objeto perdido sintiendo el dolor que conlleva. Esto nos permitirá poder trasladarla a otros aspectos de nuestra vida, o a nuevos afectos.
Entendemos que los duelos, tienen que ver con las pérdidas, no sólo la muerte física de un persona querida y cercana. Las rupturas de parejas, la pérdida de ideales, un trabajo que se acaba, que nos sostenía en la identidad. También la pérdida de etapas anteriores: la infancia, la adolescencia. Cuando crecemos, perder por ejemplo la rabia adolescente y aprender a manejar las situaciones y resolver los conflictos más asertivamente. Si bien es un cambio positivo, podemos sentir que nos hemos conformado, perdiendo un aspecto que antes nos identificaba.
Me da miedo sentir, o no siento nada: ¿que pasa con las emociones?
Las pérdidas no implica sólo al objeto, sino lo que se sentía con él, el estado emocional “ya no me río como antes desde que no está”. Hablando de etapas como la adolescencia una paciente decía: “yo antes molaba más, ahora tienes más responsabilidades sientes que pierdes parte de la libertad” .
El proceso de duelo esta lleno de emociones, muchas veces contradictorias. Las mismas van cambiando a lo largo del tiempo: sentimientos de culpa, rabia, idealización del tiempo pasado, angustia, nostalgia, tristeza.
Permitirnos sentir la emoción, sin bloquearlas o negarlas; aprender a tolerarlas sin que nos desborden, puede ser un objetivo en el acompañamiento de los duelos en la psicoterapia. Las emociones son termómetros que nos hablan de lo que sucede en nuestro mundo interno. Aprender a escucharlas, sentir nuestro cuerpo (que es la base de las mismas, las sensaciones corporales). Esto nos permitirá ir hacia la acción, por ejemplo buscando el contacto y consuelo de un ser querido, o ayuda de un psicólogo si vemos que nos desborda y estamos muy por fuera de “nuestra ventana de tolerancia». Daniel Siegel habla de ella como la franja donde nuestros estados emocionales tienden a la calma y la tranquilidad. Como suelo explicarlo en terapia: si nos salimos de la misma por encima de ella estaremos en la hiperactivación produciéndose sintomatología ligada a la ansiedad. Si nos salimos de ella por debajo, estaremos en la hipoactivación, generándose sintomatología ligado al estar bajo de ánimo o síntomas de depresión como ser apatía, desgano, no sentir placer por nada, falta de vitalidad y angustia automática.
Hemos de darnos permiso para sentir, dejar que las emociones fluyan. Si las bloqueamos quedaran atrapadas en nuestro interior. La consecuencia será que el pasado no está en el pasado. Será más difícil continuar con una vida fluida, como el agua de un río que corre sin estancarse.
¿Porque tendemos a negar los duelos en vez de atravesarlos?
No estamos acostumbrados en nuestra cultura a darle espacio a la muerte como parte del proceso de la vida. Atendiendo adultos que han perdido a seres queridos de pequeños, recuerda como las muertes fueron negadas, pensando que cuanto “menos sepan menos sufrirán”, no permitiendo integrar esas pérdidas a su ciclo vital.
Daniel Siegel (Siegel, 2011) nos dice que la parte prefrontal del cerebro humano es la encargada en producir la sensación de continuidad y permanencia de la existencia. Esto permite que se desarrolle una narración que conecta el presente, pasado y futuro. Todo ello produce una sensación de certeza, “nos hace sentir que podemos conocer y controlar nuestra vida.”
“Hay un impulso hacia la permanencia, una negación de que la muerte sea el final”.
Pero paradójicamente, “el cerebro como mecanismo que procesa información nos hace saber que la vida es pasajera e incierta, que está limitada por el nacer y el morir”.
El ciclo de la vida:
Con los pacientes utilizo un video en el que se ve a un padre con su hijo, enseñándole de pequeño por medio del juego a tocar al piano, están en una isla. El niño aprende a ir separándose y manejando el bote para poder conocer nuevas zonas de los alrededores. En un momento ese crecimiento hace posible la partida del hogar a recorrer mundo. Su padre lo saluda desde el puerto. El video muestra el paso del tiempo, su padre haciéndose mayor, el hijo formando su familia. Cuando regresa a casa su padre esta muy enfermo, lo cuida los últimos días. Al morir se muestra lo que ha quedado del vínculo padre-hijo, él ahora con su propio hijo. Se muestra igual de cercano, disfrutando de la manera de estar que le ha transmitido su padre: íntima, por medio del juego, disfrutando de la música. El mensaje es el mismo: el paso del tiempo y su aceptación. Lo perdido esta en nosotros mientras estamos vivos y luego pasa a ser herencia de aquellos con los que hemos compartido.
La muerte como parte de la vida.
Estar vivo (estando muerto físicamente), es seguir estando en la memoria de aquellos seres con los que hemos compartido, o hemos dejado nuestra huella a través de lo vivido, o por ejemplo trascendiendo como parte de la cultura.
Preguntas que nos hacemos en la terapia: ¿dejarías de vivir lo que has vivido porque sabes que en algún momento eso ya no va a estar, lo vas a perder?
La respuesta hace a la diferencia entre vivir una vida con miedo a las pérdidas, y la falta de integración de las que ya han acontecido y la aceptación, la flexibilidad en la vida, el saber que nuestras experiencias y vínculos forman parte de la construcción de la persona que somos.
Como bibliografia os recomiendo:
Mindsight “la nueva ciencia de la transformación personal” de Daniel Siegel, donde el el capítulo 12: “Tiempo y mareas,” afrontar la incertidumbre y la mortalidad. (Paidos, 2011).