Salud sexual, sexualidad femenina, placer negada 10 May 2018

BY: Marcela Lockett

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La Salud sexual nos habla de la sexualidad como una dimensión central de la vida de los seres humanos. Se encuentra atravesada por relaciones de poder, siendo diferente lo que se nos pide a hombres y mujeres. El placer ha sido negado a las mujeres a lo largo de nuestra historia.

Este post habla de como se ha ido construyendo esa prohibición y como sigue vigente en los tiempos actuales, para que reflexiones si puede estar condicionándote.

Desde el contexto individual y de la sociedad a la que pertenecemos, en este caso la sociedad europea, podemos estar tentados en pensar, que el disfrute de la sexualidad femenina, y del cuerpo femenino, de que sea legítimo el placer y la libertad sexual, han existido siempre, y cuestionarnos que sentido tiene hablar de Salud Sexual en los tiempos que corren.

La sexualidad ligada a la maternidad.

Si echamos la mirada hacia atrás podemos comprender que estamos errados. Para ello, comentó algunos de los mensajes recopilados por Luis Otero en su libro “He aquí la esclava del Señor”, centrados en el España franquista, haciendo un poco de historia:

En cierta edad, ya no muy pequeñas, adivinan que su ansia de maternidad- porque toda mujer ha nacido para ser madre-no puede realizarse sino con la cooperación del varón. Por eso sienten necesidad de relacionarse con el otro sexo. Y ¿donde mejor que en el baile? El joven la solicita y ella-la dama- se siente complacida entregándose a él”. (El baile, 1961).
Esta cita deja muy claro que se entiende la sexualidad femenina ligada a la maternidad, armándose la ecuación “se es mujer completa, si se es madre”. En el ejemplo del baile habla de la pasividad esperada en la mujer, y  ni que decir, que “lo normal” era lo que se diría la e lección de objeto heterosexual, negándose otras expresiones de la sexualidad como la homosexualidad, bisexualidad, siendo impensable por ejemplo el poli amor…

Encontrar este texto, me sorprendió, me hizo recordar, por ejemplo, de prácticas como la himenoplastia que promocionan clínicas estéticas, por ejemplo, en Guatemala, Latinoamérica donde la virginidad sigue siendo un valor femenino:

La virginidad anatómica se puede perder sin contacto deshonesto, de ahí que en una pérdida inocente, algunos médicos católicos no tiene reparo en hacer sutura restaurando el himen. La operación parece lícita y se evita la tragedia de la noche de bodas. Pero no aprobaría yo la operación en una mujer que voluntariamente y pecaminosamente perdió su virginidad”. (1951, Moral íntima de los cónyuges).
En América latina, donde trabaje en salud reproductiva, se dio el cambio del pedido de “la prueba de amor”, es decir la entrega de la virginidad, a “si me quieres lo hacemos sin condón”, práctica ligada nuevamente al amor romántico pero que conlleva la negación del autocuidado en las prácticas sexuales.

La mujer siente mucho menos las exigencias sexuales como satisfacción carnal placentera, envolviéndolas generalmente en sentimientos de la unión espiritual, de la ternura hogareña y sobre todo la maternidad”.

Aquí hay un mito que también sigue vigente: que los hombres tienen mayor necesidad sexual que las mujeres, se le atribuye a diferencias biológicas, y no a la educación que hemos recibido, educadas en la represión y el juzgamiento de aquellas mujeres que practican su sexualidad con mayor libertad, incluso por las mismas mujeres.

La construcción del cuerpo femenino como pasivo y frágil.

Yéndonos más atrás en la historia, me gustaría que entendamos como se ha ido construyendo la visión del cuerpo femenino, y la contribución de la medicina en su discurso y prácticas “de cierta naturaleza femenina” a saber: sexualmente pasiva, frágil, dependiente y predeterminada a la maternidad.
En el siglo XVII, los discursos médicos comienzan a reemplazar el término bruja por el de “enferma mental”.
Durante el Renacimiento, el clero sostiene la imagen de Eva como inferior y maldita. Es simple fragmento del cuerpo viril, al derivar de la costilla de Adán y “maldita” porque conduce al varón al pecado original.
En 1650 Harvey descubre que todo embarazo se desarrolla de un huevo: comienza la veneración de la maternidad. La Virgen María, venerada por casta durante la Edad Media, pasara a ser venerada en su lugar de madre en el S XVII. Así toda mujer adquiere valor como individuo en tanto posible madre.
Otro rasgo que comienza a caracterizar la femineidad desde el discurso médico es la debilidad femenina. Esto centrará las bases a su vez para el lugar de la histeria como enfermedad femenina por excelencia. Ubican su etiología en la retención de semen femenino, por lo que pasa a ser la enfermedad “de mujeres sin hombres”, siendo esto necesarios para conservar su salud.
Así comienza a naturalizarse un discurso desde el orden de la biología describiendo lo que será parte de “la naturaleza femenina”.
Será a partir del siglo XVIII que los médicos varones tocaran el cuerpo de la mujer, ingresando estas como pacientes del acto médico, pasando el parto de las comadronas a ellos.
Esta sacralización de la maternidad traerá en el discurso la definición de la sexualidad femenina como pasiva, afectivamente dependiente y socialmente necesitada de protección masculina. La educación moral modelara a las niñas en vista de objetivos esenciales: guardarlas vírgenes para el matrimonio y hacia el siglo XIX se retarda el matrimonio pero se las prepara para ser “esposas sumisas”. El concepto de virginidad no solo tiene que ver con la ausencia de relaciones sexuales sino con la ignorancia sobre su cuerpo, que garantice “que en el encuentro sexual la excitabilidad de su cuerpo este en manos del hombre”.

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Como expresaba, no tenemos que perder de vista estos discursos porque se siguen colando entre los sujetos por naturalizados, siendo necesario cuestionarlos. Por supuesto que hemos ido avanzando y las nuevas generaciones pueden disfrutar de una sexualidad más libre, aunque la sexualidad parece ser un tema que sigue siendo invisibilizado muchas veces en la escuela, en casa, generando falta de no sólo de información sino de educación en el auto cuidado de ambos sexos. Una paciente de 17 años, me contaba como una de sus compañeras era tildada de “ligera” porque se hablaba del tipo y frecuencia de sus prácticas sexuales, mientras que los chicos siguen siendo alentados en la conquista para mostrar su hombría y valía frente a otros chicos.

¿Cómo construir una visión del cuerpo femenino libre de disfrutar y sentir placer?

Me gustaría concluir con lo que aporta una visión feminista del cuerpo femenino, como avances en la mirada, y en la autogestión de nuestros cuerpos y nuestras vidas:

-El conocimiento y aprecio por el propio cuerpo.
-El aprendizaje del autoerotismo.
-La enseñanza del autocuidado desde pequeñas: empoderando a las niñas, en cuanto al cuidado y los límites que el otro debe respetar: posibilidad de elección de lo que quiero o no quiero, lo que me gusta o no me gusta.
-Un cuerpo libre de cánones impuestos socialmente, como por ejemplo, la imposición del ideal de belleza femenina generando sufrimiento psíquico, encorsetamiento, sometimiento del cuerpo a esos cánones establecidos, falta de autoestima al no poder alcanzar ese ideal de cuerpo perfecto, siempre e irrealmente joven.
-Disminuir los sentimientos de culpa ante el deseo y el placer sexual satisfactorio.
-La posibilidad de elección del deseo de ser o no ser madre.

Espero que la reflexión halla servido para mirarnos como mujeres, preguntarnos sobre cómo vivimos nuestra sexualidad, y ser conscientes de mitos y tabúes que hoy en día, a pesar de los cambios pueden estar en nuestro imaginario personal.
Si sientes que en el tema sexual hay fuertes inhibiciones, que no puedes expresarte libremente, y cuidándote, no dudes de consultar a una profesional de la psicología.