21 Mar 2014

BY: admin

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Llamamos trauma a acontecimientos de la vida que se caracterizan por ser inesperados, repentinos y abrumadores.

Existen traumas de origen externo como pueden ser, por ejemplo, un accidente de coche o haber sobrevivido o ser testigo de un atentado y otros de origen interno, intrafamiliar que son generalmente crónicos y muy dañinos en la medida que afecta la confianza que establecemos con los otros (cuando aquellos que supuestamente nos quieren paradójicamente nos hacen daño). Esto es algo que la mente no puede procesar sobretodo si sucede a tempranas edades.

¿Como reaccionamos frente al trauma?

Ante cualquier acto violento o catastrófico, las personas generalmente buscan una forma de hacer frente al trauma y a la tensión que le sobreviene. Se intenta hacer frente a unos actos que escapan de la comprensión racional y esto puede hacer que se produzca un encadenamiento de sentimientos que culminen en sensaciones de un profundo dolor, vulnerabilidad y miedo, unido a sentimientos de desconfianza y odio hacia aquellos grupos que guardan relación con sus agresores.

La primera reacción es un estado de shock pudiéndose sentir la persona como desubicada en tiempo y espacio o deslumbrada. Se puede también no reconocer que algo terrible ha sucedido. Luego aparecen otras reacciones. Las respuestas más comunes suelen ser lo que se ha llamado ESTRES POST TRAUMÁTICO. Aparecen recuerdos muy vivos sobre el acontecimiento traumático que pueden surgir sin motivo evidente y que provocan que se reviva la situación, haciendo que se produzcan reacciones físicas bruscas tales como taquicardias o sudoración. Ante la tensión extrema pueden aparecer síntomas físicos tales como dolores de cabeza, náuseas, sensación de opresión en el pecho. También se producen problemas o interrupciones en las pautas de alimentación y/o de sueño (pesadillas, obresaltos, estado permanente de alerta). Se produce una sensación de pérdida de control de la situación. Pueden aparecer dificultades en la memoria, la concentración y en la toma de decisiones. Se dan profundos sentimientos de pérdida, soledad, desolación, indefensión, desamparo y miedo hacia todo, así como repugnancia a la hora de expresar sus sensaciones. Sentimientos de culpabilidad por haber sobrevivido o por no haber hecho algo más para evitarlo. La persona prefiere estar aislada, sola, no quiere estar en compañía de otros.

También existen conductas de evitación de todo aquello ligado al hecho traumático. Estas reacciones pueden ser normales en le primer tiempo del suceso, pero puede suceder que perduren en el tiempo, siendo necesario consultar para que nos ayude en un clima de seguridad y confianza a procesar aquello que nuestro cerebro no ha podido realizar solo. Cuidado ante los consejos que nos dicen «ya paso olvídalo de una vez y sigue adelante», porque por más que querramos no podremos dejarlo en el pasado sino lo enfrentamos con la ayuda de un otro.