04 Dic 2014

BY: admin

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Ayer trabajamos en el grupo de mujeres la pregunta: ¿por qué una mujer permanece dentro de una relación de pareja donde sufre violencia?.

Muchas veces hemos escuchados comentarios desde el sentido común en forma de sentencia: “no entiendo porque si la trata mal porque no se va”.

Podríamos decir que dar el paso, tomar esa decisión de romper la relación es algo complejo porque existen múltiples factores en juego que hacen que la situación se perpetué: factores que van desde características individuales, por ejemplo, nuestra propia historia infantil donde la violencia ya ha estado en nuestras vidas, o no nos hemos sentido valoradas o queridas; los mitos y mandatos acerca de cómo debe ser una mujer que se transmiten en la socialización y se legitiman socialmente, donde el rol de cuidadora de los otros como madres es el impuesto; las características propias del vinculo que se establece como el ciclo de la violencia ( no todo el tiempo se produce la violencia y en la fase de la llamada “luna de miel” aumenta la creencia sobre la posibilidad de cambio);  las secuelas del trauma en la mujer, la indefensión aprendida que hacen que se encuentre en una situación de “sin salida” y desesperanza, a veces de parálisis… Si a esto le sumamos que si bien se han dado avances sociales en cuanto a leyes y recursos que tienden a la protección de la víctima, muchas veces se sigue produciendo la revictimización siendo las mismas instituciones sociales las que no colaboran a favor de la autonomía y protección de las victimas. La falta de red de apoyo, el secreto que se produce por vergüenza y por el aislamiento social al que están sometidas… en fin, lo que está claro es que el análisis debe ser multicausal y a la vez empático con quien está inmersa en dicho vínculo de maltrato.

Me parece importante poder transmitir a partir de frases de las mismas protagonistas esas múltiples causas, creo que puede ayudar a generar esa empatia necesaria para entender a las mujeres:

  “Si yo no lo ayudo a que deje sus adicciones, si no lo cuido, quien lo hará, me da mucha pena verlo así”.

“El una vez me dijo que su padre le pegó de pequeño…me da pena por el niño que fue, aunque ahora no entiendo que él haga lo mismo conmigo y sus hijos”.

“Me case pensando que iba a ser para toda la vida, separarme era pensado como un fracaso para mi”

“Mi madre me dijo una vez: debes servir a tu marido, aguanta hija que esto ya pasará”

“cuando me di cuenta que lo que estaba viviendo era la reproducción de lo que había vivido en mi familia me hizo sentir muy triste, la violencia siempre ha estado en mi vida”.

“Y si puede que me haya casado con él a los 17 años, aun habiéndome golpeado una vez, para huir de mi casa”

 “En un momento deje de luchar, solo esperaba que se tranquilice, que deje de chillarme, aprendí a callarme”

 “estaba tan hecha polvo que cuando era amable conmigo me sentía muy agradecida, parecía que todo el daño que me había hecho se había borrado”.

“yo solo quería olvidar lo que había pasado; así empecé a olvidarme lo que había que hacer, estaba como bloqueada”

 “Una vez me confesé y le conté al cura de mi parroquia lo que había sucedido con mi marido: me dijo hija, se paciente, que Dios te recompensara, no le provoques”.

“El abogado me ha dicho porque no me reconcilio, que el quiere estar con sus hijos, que parece buen padre”.

“No me he sentido creída cuando he contado lo sucedido. El encima me ha denunciado porque lo rasguñe al intentar defenderme. ¿Quien me va a creer?”

 “sin trabajo, sin estudio, y sin dinero,¿a donde iba a ir?”

“Me he quedado sola, no conozco a nadie aquí, necesito de él para criar a mis hijos”.